“Al ver las obras de Liliana puedo percibir en cada una un tipo de música, sonidos diversos, dados por el gran dinamismo, ritmos, movimientos que hay en cada uno de los elementos que la componen. En los colores vibrantes se destaca la utilización de mucha luz, incluyendo en su arcoiris los colores fluorescentes.

La carga matérica es importante y en cada mancha nace una figura en espacios totalmente abstractos; siendo sus obras abstractas, en algunas se perciben seres sugeridos que nacen del más alla, de su interior, y que quieren comunicar, y decirnos algo.

La artista juega mucho con los complementarios, sus obras puede ser bien cálidas, como bien frías, pero la fuerza de cada una de sus pinceladas con la técnica de pincel seco nos deja ver las transparencias de los colores de fondo. Allí las líneas, las formas de sus personajes se van deshaciendo y van formando el todo en su obra.

Ella construye un lenguaje plástico propio, podemos disfrutar de toda su esencia, de su espíritu, su alma."

“La división de la realidad pictórica es utilizada para abrir puertas y encontrar presencias en el alma . Con trazo seguro , instintivo , y un buen gesto, Liliana Fabbian busca y encuentra el espíritu del arte mismo "

Liliana Fabbian tiene un estilo pictórico en el cual predomina la abstracción, se rehúsa ignorar que la vitalidad orgánica de la materia es protagonista a la hora del proceso creativo. partiendo de tal premisa, la presente obra, ya desde su título, insinúa la importancia de la acción de despertar, efecto natural que hace que surja y se active, imprevisible, aquello que antes reposaba inmovíl. Así, tanto lineas como formas se deshacen. Nada esta cerrado sinó que los elementos interactúan en esta apertura que, de la mano del ingenio y de la capacidad lúdica del artista, se esparce y se deja, como efecto, deslumbrantes apariencias.

Los tonos se unen o repelen sobre el soporte, y ocasionan una excelsa superposición que acentúa el foco de atención en los intensos verdes y naranjas, colores de aspecto lumínico insoslayable al enredarse ambos en profundos claroscuros. El paisaje que se erige parece salido de un universo paralelo, impresionando y colmado de fuera, y se ubica en el camino hacia un sentido aún inacabado. La artista logra pintar con sus emociones y una gran sensibilidad. Como expresara Pablo Picasso "Hay que cerrar los ojos y cantar".

Liliana define a su obra como automatista y dice: “La verdad es que me enganché mucho con esta técnica que consiste en partir de una mancha, sin pensar, para ir limpiándola después, lo que significa que, poco a poco, van apareciendo sobre la tela determinados objetos, sensaciones, situaciones, sin tener que ser concretas, sino que se trata de dar forma a lo que esa mancha te va sugiriendo” “Con esta técnica se establece una relación muy íntima entre la tela y el artista, porque no hay nada fuera que se deba mirar; es una pintura muy interna o espiritual, no figurativa, abstracta”.

Tomando sus palabras y analizando sus obras, vemos como Liliana Fabbian construye un lenguaje plástico propio, partiendo de la mancha a través del color.

Lo utiliza como elemento vibratorio; con él juega a través de símbolos y formas.

Nos hace viajar a través de las profundidades logradas en sensibles texturas y suaves contrastes.

Si bien su obra no es figurativa, podemos observar siluetas sugeridas, que el espectador intuye. De esta manera, Liliana llega a una unidad rítmica, a una síntesis entre la abstracción y el surrealismo.

Sus obras están cargadas de energía y potencia visual, transita la experiencia de “improvisar”; en realidad está siguiendo el dictado de su voz interior, de su inspiración; nos hace participar de un diálogo intimista y nos muestra su compromiso con el arte.

La obra de Liliana Fabbian en su conjunto, fluye y nos impacta desde lo emocional, ése es el diálogo que la artista quiere establecer con sus espectadores.

Lic. Claudia Sanzi
Curadora & Museóloga
Crítica de arte
c.sanzi@claudiasanzi.com.ar
www.claudiasanzi.com.ar

Espíritu, alma, dos términos ampliamente anexos a todo lo que supone una profunda plasmación artística, una elaborada introspección en la que lo humano y lo divino se entremezclan dando sentido y razón al conjunto de la creación, al deambular del ser humano por un mundo marcado por la sinrazón en el que la constatación de lo bello, de lo armónico no tiene por más que acrecentar la idea de que una vida placenteramente apocada a lo marcadamente místico es posible.

Liliana Fabbian presenta en su obra parte de las líneas más espirituales a las que un creador se puede enfrentar. Recrea espacios inertes por los que el ser humano deambula en busca de una verdad “no absoluta”, en busca de un ritmo vital que le lleve a encontrar una guía en su lento caminar, una razón por la que existir, incluso una determinada fuerza para continuar luchando.

En su obra lo tenue, la difuminación del espacio y lo “no concreto” son piezas clave ya que como prioridad se presenta la idea de que lo real es incierto y antónimamente contrapuesto a lo que pensamos supone nuestro fluctuar por este alocado mundo, por esta alocada sociedad que nos envuelve y condiciona bajo la atenta mirada del poder que no es otro que el económico.

Seres sin rostro encaminan sus pasos o simplemente se adentran en un escaparate social, en una irrealidad marcada por el egoísmo, por una incongruente respuesta comunitaria ante las injusticias y agravios que soporta un elevado número de personas atenazadas por un caos social, por una sórdida respuesta sin valor resolutivo.

Fabbian aúna de forma destacable todo este engranaje temático con el desarrollo en cuanto a línea y técnica en su obra se refiere, condensa un acertado tratamiento del color con una constatable utilización del juego fondo-formal.

Interesa el conjunto de la producción por cuanto suponen diferentes instantes de una vida en la que el sentimiento marca la elaboración del trabajo, marca su complicación en lo expresivo, reseña la tonalidad dando clave del sentido y posicionamiento de la autora con respecto a lo que, no sólo la rodea, sino también atenaza sus pensamientos y motivaciones mas personales.

El sentido es la revelación de un camino, de un sendero que nos dirige a un final común, a la consecución lógica de un compartir, de un colaborar, de un saber convivir en armonía con la naturaleza, más concretamente, la coexistencia humana.